¿Vigoréxia? Cuerpo Sano –Mente Enferma
La necesidad de ser aceptado y admirado en un mundo tan competitivo lleva a algunas personas a desarrollar un problema de auto imagen que al evolucionar pone en peligro la integridad física y emocional de quien lo padece
La evolución humana y la capacidad de adaptación a los diversos contextos de cada uno de nosotros es algo digno de admirarse y estudiarse. Como sociedad vamos adquiriendo información y modificando nuestra realidad, también desarrollamos nuevos hábitos y necesidades. De este modo podemos explicar la aparición de ciertos padecimientos que obedecen a circunstancias actuales en las que la competencia por tener un lugar en la sociedad y el trabajo enfatizan la perfección reflejada en un ideal de imagen corporal. La búsqueda de tener o lograr ese ideal de belleza ha llevado a muchas personas a desarrollar obsesiones y conductas compulsivas para desarrollar una imagen ideal la cual proviene de la moda y no de la aceptación y apreciación de la naturaleza humana. De aquí que en nuestros días la prevalencia de los trastornos de la alimentación, de la imagen corporal y las adicciones estén en aumento. El psiquiatra Harrison G. Pope del hospital MaLean define un nuevo padecimiento al que le denomina VIGOREXIA, y este consiste en la percepción distorsionada de la imagen corporal y una preocupación excesiva por el físico, la persona se ve delgada y esto lo lleva a buscar por medio de ejercicios, dietas y medicamentos el desarrollo de masa muscular, para verse bien , de acuerdo a los estándares distorsionados de su mente o bien de lo que propone la publicidad y las modas como lo ideal para ser una persona agradable a la vista de los demás. Afecta principalmente a los hombres jóvenes, y también existen reportes de mujeres los cuales están en aumento. La persona afectada por este problema pasara horas en el gimnasio esculpiendo su cuerpo y observándose en el espejo. Así como las personas con anorexia asocian la belleza con la delgadez, así los vigorexicos asocian la belleza con la masa muscular. Para sostener estos ideales de belleza las dietas de proteínas y la eliminación de las grasas, así como los suplementos minerales y vitamínicos, en conjunto con esteroides y anabólicos entraran en escena. El impacto a nivel corporal no tardara en presentarse, debido a que el hígado tendrá una actividad anormal, el esqueleto y los tendones podrán sufrir las consecuencias de cargar un peso extra para el que no estaban diseñados, en algunas personas se acortan estos ligamentos y se pierde la agilidad y la libertad de movimientos. Cuando se utilizan los esteroides y los anabólicos en forma no controlada por un profesional, como ocurre en muchos jóvenes, se tiene un gran riesgo de problemas cardiovasculares, hepáticos y hormonales, los cuales pueden poner en riesgo la integridad de la persona.
Así que tenemos una situación que podemos entender como resultado de la necesidad de aceptación y competencia en un mundo globalizado y cada vez mas exigente para poder triunfar, favoreciendo la aparición de la cultura metro sexual y de personas que por vanidad y ego buscan verse bien sin importar el costo.
La mayoría de los practicantes de deporte de gimnasio están sanos, el problema surge en unos pocos los cuales terminan con vigorexia, se calcula que mas del 10 % de las personas que acostumbran estas rutinas desarrollan el padecimiento, para éstos puede ser muy difícil reconocer que se está poniendo en juego la salud física y psicológica por una obsesión por las pesas, y que está yendo más allá de ser una mera afición o deporte. Una vez reconocido que se sufre un problema, el siguiente paso sería reducir las conductas más peligrosas: pasar de un exceso de entrenamiento a una dedicación más normalizada, retirar el consumo de sustancias peligrosas, recuperar la vida social. Y, si el trastorno está muy avanzado, solicitar la ayuda de un profesional de la psicología o de la medicina el cual deberá valorar la situación individual y las necesidades de ayuda.
Sin embargo el panorama no es muy alentador debido al refuerzo que nuestra cultura ejerce en estas personas donde su aspecto es admirado y valorado, como ocurre con la delgadez de algunas modelos que por llenar estándares de perfección según la moda ven deteriorarse su salud y autoestima.
En la mitología griega podemos encontrar a un personaje que nos recuerda esta situación tan de moda en nuestros días. Se trata de Narciso, el joven y apuesto personaje que al acudir a una fuente de agua , transparente y estática, en la cual al inclinarse para saciar su sed, vio su imagen reflejada en el agua y creyendo que se trataba de algún hermoso espíritu que habitaba en esa fuente, admiro la belleza de la imagen reflejada en el agua. Enamorándose de si mismo. No se cansaba de admirarse. Perdió la noción del tiempo, no se alejaba de allí ni para comer ni para dormir, poco a poco fue perdiendo su belleza y energía y continua el mito, después de algún tiempo murió sin poder desprenderse de la necesidad de contemplar su imagen. En ese lugar tiempo después nació una flor, la flor de Narciso.