Perdona y sé Feliz
El perdón genuino requiere de un proceso muchas veces difícil y doloroso, este toma tiempo, su integración nos devuelve la paz interior y nos permite liberarnos de ataduras que impiden un funcionamiento emocionalmente sano.
La naturaleza de la conducta humana se puede entender desde múltiples perspectivas, y todas ellas nos ayudan a comprender la complejidad del mundo interior así como a explicar muchos de los comportamientos que observamos en nuestro diario convivir con la sociedad en la que nos desarrollamos. La posibilidad de aceptar las circunstancias individuales, familiares y grupales en las que cada una de las personas diariamente necesita enfrentar para satisfacer sus requerimientos de afecto y aceptación, nos permiten ampliar el entendimiento de la conducta en la cual se lastima, afectando la dinámica interpersonal y muchas veces se vulnera la amistad, y la confianza entre las personas a quienes afectivamente las unen lazos muy significativos y al ver dañada su relación responden con rencor y tienden a guardar resentimientos.
Ante estos agravios muchas veces el perdonar es difícil. Al no hacerlo mantenemos en nuestro interior una serie de pensamientos, sensaciones y emociones que al no ser procesadas provocaran síntomas físicos, mentales y emocionales que tendrán un impacto en la calidad de nuestra vida y de quienes nos rodean. Si somos capaces de perdonar a aquellos que nos han causado dolor y daño evolucionaremos a un nivel de mayor autoestima y bienestar. Las personas que son capaces de lograr un proceso de perdón genuino durante su vida experimentaran menos estrés negativo y menos problemas de salud, los que mantienen el coraje, el resentimiento y no son capaces de perdonar tendrán una probabilidad más grande de padecer enfermedades psicosomáticas como tensión muscular, colitis, insomnio, así como enfermedades del corazón y cáncer. Saber perdonar tiene muchos beneficios para el cuerpo y las relaciones. Existen varios estudios sobre el impacto del perdón en la salud de las personas, así como en la calidad de vida de quienes se permiten experimentar el proceso que implica el perdón. En uno de ellos denominado “ Forgiveness and Physical Health”(el perdón y la salud física) de la Universidad de Wisconsin en el departamento de Psicología se reporta que en un grupo de adultos los que aprendieron a perdonar reportaron menor cantidad de síntomas cardiovasculares en comparación con el grupo de personas que no lograron perdonar, encontrando una correlación directa en la calidad de vida y la salud con la dificultad para perdonar.
En otro estudio realizado por un experto en el proceso del perdón, el Dr. Fred Luskin de la Universidad de Stanford en California y autor de un libro clásico sobre el tema “Perdonar es Sanar” encontró que, el perdonar mejora la salud física, y al hacerlo mejora el funcionamiento del los sistemas nervioso y cardiovascular. En este estudio se les pidió a un grupo de estudiantes de la universidad que imaginaran haber perdonado a su ofensor. Se les pidió además que rechazaran activamente el deseo de venganza y asumieran una actitud de buena voluntad. Los períodos para imaginar el perdón se intercalaron con períodos para imaginar su rencor y deseo de venganza. Y se encontró que en estos últimos, la presión sanguínea y el ritmo cardiaco aumentaban, así como la liberación de hormonas generadoras de la respuesta ante el estrés al enfrentar algún peligro. Como la adrenalina y el cortisol. Si estas respuestas se prolongan o mantienen por largos períodos de tiempo, pueden afectar al corazón y a los vasos sanguíneos al igual que a los órganos blanco de la acción hormonal. También se observo un aumento en la tensión muscular y los estudiantes reportaron sentirse incómodos y menos controlados.
Durante los periodos para activar el perdonar, los estudiantes reportaban no experimentar molestias psicológicas ni incomodidad física, por el contrario expresaron sentir emociones positivas y relajación. En este estudio podemos ver con claridad como el organismo reacciona a las imágenes mentales que construimos a través de los pensamientos y como estos desencadenan múltiples reacciones fisiológicas, lo que pensamos determina como nos sentimos y esto se manifiesta con claridad al pensar sobre una situación en la que alguien nos daño ya sea física o emocionalmente. El guardar un resentimiento, el no perdonar, provoca mantener una situación en la mente similar a la de una sustancia tóxica no degradable en un ambiente estable y limpio, esa sustancia transformara ese ecosistema en un lugar contaminado y al paso del tiempo en un espacio incapaz de sostener el desarrollo natural de los organismos que en el crecían. Al conocer esta información podemos valorar el beneficio del perdón en nuestra salud física, mental y espiritual.
Existen muchas concepciones falsas sobre el perdón, las cuales limitan y confunden a quienes se encuentran en medio de estos procesos, por ejemplo, confundir perdón con olvido, identificar el perdón con la negación, identificar el perdón como una acción exclusiva de dios, identificar el perdón con renunciar a que se haga justicia, creer que perdonar es regresar a la situación que se vivía antes, identificar el perdón con no cambiar mi actitud y comportamiento con la persona que ofendió, identificar el perdón con la necesidad de comunicar verbal y directamente a la persona a quien se ha perdonado, perdonar no es una demostración de superioridad moral o mental.
Aprender a perdonar es entender que en este proceso no implica que el ofensor se salga con la suya o aceptar lo injusto, perdonar no equivale a conformarse con la impunidad, el perdón es para quien perdona y no para quien ha ofendido.
Lo que si forma parte del proceso de perdonar es: hacerse el favor a uno mismo sobre todo en cuestiones de salud integral, es una decisión personal, que nos ayuda a entender y valorar a la otra persona en función de su dimensión positiva y no solo desde la perspectiva de observar su negatividad, es un camino un proceso que nos pide cambiar en cada paso, es una forma y un estilo de vida, es mirar de frente al mal, reconocerlo , no justificarlo y enfrentarlo con amor. Es liberarse del pasado. Es conseguir la paz interior y crecer. Es una manera de amar. Perdonar es sobre todo desterrar el odio de tu mente.
¿Por qué es tan difícil perdonar?
Las viejas heridas y las necesidades básicas no resueltas forman parte de la identidad y de la historia personal, esa información siempre permanece en algún rincón de la mente, y ante algún estimulo al interactuar con otras personas se activa, recordemos que muchas veces no podremos controlar las circunstancias de nuestra vida, lo que si podemos controlar y tener parte activa es sobre como reaccionamos ante estas circunstancias. Así que la incapacidad para perdonar proviene de recuerdos infantiles o viejas heridas que se activan con situaciones similares revividas en el presente, quien se aventura en este camino encontrara obstáculos que harán el viaje difícil e inquietante, es importante identificar algunas de las situaciones que pondrán a prueba la motivación de quien busca perdonar, generalmente lo primero que surgirá serán los apegos, la importancia personal, la soberbia, como líneas de defensa para mantener la delicada imagen idealizada de nosotros mismos y que por ningún motivo se permite que algo o alguien atente contra ella. El quedar bien, el buscar sobresalir, cuidar la fachada entre otras, impiden avanzar hacia el perdón.
El segundo enemigo al que se enfrenta será el resentimiento, este no es un sentimiento en sí, más bien es la repetición constante de un enojo no expresado, es mantener la enemistad, la hostilidad, la animadversión, sería lo equivalente a echarle más leña al fuego y no permitir que se apague, no permitir que se consuma, se enfrié y se apague. Es no dejar de pensar en la ofensa, se aferran a él y no se dan cuenta del daño que genera en su organismo. Se auto sostiene y la persona se acostumbra a vivir con el odio y la amargura por mucho tiempo. Destruye sin notarlo atándolos al pasado y aumentando el poder de la situación o personas que lastimaron, manteniéndolas vivas, presentes en la mente de quien no logra perdonar. El perdón nos libera, nos permite avanzar, nos brinda una nueva oportunidad.
¿Cómo Perdonar?
El perdón es un proceso, podemos iniciarlo buscando un terreno neutral, intentemos con personas comunes, gente con quien no existe una identificación afectiva muy intensa, esto nos permitiría modificar algunos prejuicios o ideas preconcebidas sobre las situaciones cotidianas, se trata de aprender a reconocer las cualidades, la bondad, la posibilidad de respeto e igualdad que existen en cada una de las personas que nos rodean. Se trata de buscar signos de paz, amabilidad y amor. Esto requiere contacto con el interior el cual muchas veces no se practica o estimula. Como proceso requiere el paso de etapas las cuales tendrán su tiempo y no será posible forzarlas. Al igual que en un proceso de duelo estas etapas son muy parecidas, la negación, el enojo, la fase de negociación, la depresión preparatoria y por último la aceptación.
Al observar un proceso completo de perdón también encontraremos que este se despliega tocando varios puntos indispensables para ser integrado y favorecer nuestra evolución como seres humanos capaces de transformarnos y sanarnos con la construcción activa de nuestra realidad. Y estos son: Reconocer la herida. Compartirla con alguien. Identificar la perdida para iniciar el duelo. Aceptar el enojo y el deseo de venganza. Perdonarse a sí mismo. Comprender al ofensor. Encontrarle un sentido a la ofensa. Saberse digno de perdón y realizarlo. Dejar de obstinarse en perdonar, aceptarlo como un proceso natural que puede llevar tiempo. Decidir acabar con la relación, modificarla o renovarla. Celebrar el perdón como una fuente de nueva vida.
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